Nikon D300 AFS Nikkor 500VR+1,4X-TC
El contraste es una de las cualidades de la imagen que más atracción genera en un observador y, por tanto, uno de los recursos fotográficos más efectivos a la hora de hacer llamativa una fotografía. El contraste se percibe como una diferencia en los niveles de luminosidad que tienen distintas partes de una imagen. La combinación de niveles de luminosidad extremos, blanco y negro, es la que genera la sensación visual de máximo contraste, especialmente si no existe una transición de luminosidad en forma de niveles de luminosidad intermedios.
Las imágenes de estas garcetas grandes son un buen ejemplo para ilustrar el papel que el contraste tiene a la hora de llamar la atención del observador. Observándolas, no cabe ninguna duda sobre quién es el sujeto principal en la composición. Las formas del animal, hasta el más mínimo detalle, quedan claramente definidas por la ausencia de niveles de luminosidad intermedia en todo el contorno del animal, incluso las diminutas salpicaduras de agua se convierten en una prolongación del ave o, mejor dicho, de la acción que realiza la garceta. Las únicas zonas con niveles de luminosidad intermedia se hallan en el dorso del ave y contribuyen a que una observación detalalda de la fotografía ponga de manifiesto la presencia de detalles y texturas del plumaje. El pico representa el único detalle de color en la imagen.
Este tipo de fondos tan oscuros se consiguen a contraluz, primera o última hora del día cuando el sol está bajo en el horizonte y convierte las sombras que hay entre el objetivo y el sol en áreas que, según el tiempo de exposición, son virtualmente negras. Un ave de color blanco, como es el caso, es el mejor contrapunto para conseguir este tipo de imágenes ya que la luz en contra se suele traducir en sutiles veladuras de color y texturas del plumaje muy interesantes. En algunos casos, y según la posición de éstas, las alas actúan como reflectores naturales y crean luces de relleno muy atractivas y que añaden volumen y color a la imagen como se puede apreciar en la iluminación del cuello de este segundo ejemplo.
Por supuesto, ni que decir tiene que no hay nada mejor que la exposición manual para conseguir este tipo de fotografías.
Respecto al procesado de estas imágenes, es muy simple y en mi caso se limita a corregir la pequeña sobreexposición que siempre aplico en la cámara, a ajustar un poquito los niveles para realzar algo más el contraste. Una pizca de saturación para los amarillos y rojos y los ajustes de ruido y máscara de enfoque correspondientes.
La saturación, en este tipo de imágenes, solo la aplico a las zonas cálidas de la imagen ya que si se hicera a todo el rango de color, las zonas con niveles de luminosidad intermedia (los grises del dorso) tenderían a convertirse en azul muy rápidamente con lo que el efecto sería muy antinatural. De todas formas, es importante mantener algo de ese "efecto de azulado" ya que tiene un importante papel a la hora de percibir el equilibrio de colores en una imagen aunque eso será tema de otra entrada ;-)