|
Nikon D7200, AFS Nikkor 500 VR+1,4X-TC, a pulso, exposición manual |
|
Nikon D7200, AFS Nikkor 500 VR+1,4X-TC, a pulso, exposición manual |
|
Nikon D7200, AFS Nikkor 500 VR+1,4X-TC, a pulso, exposición manual |
|
Nikon D7200, AFS Nikkor 500 VR+1,4X-TC, a pulso, exposición manual |
Hace ya casi un mes disfruté de una jornada ornitológica especialmente rica en observaciones interesantes aunque, sin lugar a dudas, la estrella del día fue el morito. Mejor dicho, los moritos. Los centenares de ejemplares que estaban agrupados en un un enorme bando en una pequeña charca, mezclados con cigüeñuelas y calamones. No era posible acercarse a la zona dónde estaban las aves sin molestarlas así que decidí mantenerme a distancia y esperar a ver si podía capturar algún vuelo del bando ya que la presencia de un par de laguneros hacía presagiar algo de acción.
Efectivamente, al poco rato, las pasadas de los laguneros ponían en revuelo a las cigüeñuelas, y aunque los moritos no parecían inmutarse mucho por las rapaces, al final se dejaron llevar por el ritmo de las cigüeñuelas y alzaron el vuelo. La verdad es que lo hicieron con bastante desgana porque a penas volaron un par de cientos de metros cuando decidieron volver a su charca.
Este proceso se repitió un buen número de veces así que pude disfrutar de un montón de ocasiones para fotografiar el vuelo de los moritos. La luz ya era un poco dura y el ángulo no era el mejor del mundo pero lo suficientemente bueno como para que la luz hiciera relucir el tornasolado plumaje de estas aves