Como fotógrafo y pintor de aves en más de una ocasión he escuchado a
alguien hacer un comentario del tipo “Esta foto parece un cuadro” o “Esta
pintura parece una fotografía” como una forma de reconocimiento de la calidad
de la obra en cuestión. Curiosamente, en el mundo de la pintura de naturaleza
se valoran positivamente cosas que son vistas como un elemento negativo desde
el punto de vista de la fotografía, y viceversa. Una luz muy dura en un cuadro puede
ser interpretada como una manifestación de la capacidad del autor para plasmar
la realidad de la escena mientras que esa misma luz en una fotografía suele
interpretarse, la mayor parte de las veces, como un detrimento e incluso como un
error del fotógrafo. Este es uno de los muchos ejemplos que se podrían apuntar
para describir lo tremendamente subjetiva que es la percepción artística y la
enorme influencia que los estereotipos pueden tener sobre la fotografía.
Muchos de estos estereotipos se basan en determinadas respuestas del
sistema nervioso y de la propia naturaleza del ser humano, algo que los
publicistas y diseñadores gráficos no han pasado por alto y que usan
constantemente. Las características de nuestro sistema neurosensorial hacen que
los seres humanos sintamos una gran atracción por determinados colores así como
por algunas cualidades de las imágenes como la saturación y el contraste. Esta
atracción no se debe al azar sino que responde a características biológicas
derivadas de la evolución del sistema nervioso y visual y es algo que
compartimos con otros grupos de vertebrados que tienen visión en color y
estereoscópica. Como las aves y los
monos, sentimos una irresistible atracción por el color rojo y tenemos una gran
capacidad para distinguirlo de su color complementario, el verde, lo cual
responde a una necesidad biológica básica: la búsqueda de alimento y la
supervivencia. La sangre, las latas de Coca-Cola y los Ferrari no son rojos por
casualidad…
Nuestro interés por otros elementos visuales como el contraste, la luz o
la composición también pueden ser explicados por nuestra historia evolutiva. Una
parte de estos aspectos formaron parte de la investigación que llevé a cabo
para la elaboración de mi Tesis Doctoral sobre el comportamiento y la
comunicación de una especie nocturna como el chotacabras pardo.
Desde hace tiempo rondaba en mi cabeza la idea de profundizar un poco más
en este tema que combina varias de mis pasiones: el comportamiento animal, las
aves, la pintura y la fotografía. La oportunidad de materializar esta idea en
algo más sólido surgió cuando desde la Asociación Española
de Cine e Imagen Científico (ASECIC) me plantearon la posibilidad de preparar
un pequeño taller para hablar sobre estos temas como apoyo a los trabajos que
los miembros de esta asociación desarrollan en su ámbito profesional. Las
producciones documentales de naturaleza suelen estar sustentadas por sólidos
respaldos científicos y técnicos ya que el rigor es el pilar fundamental sobre
el que se apoyan. En muchas ocasiones, el propio rigor científico hace que los
aspectos estéticos y artísticos queden relegados a un segundo plano. Sin
embargo, el valor añadido que confieren estos aspectos a las imágenes, ya sean
fijas o de vídeo, es cada vez más exigido por los consumidores y por tanto de
gran interés para las personas que trabajan con imágenes.
Tras múltiples dificultades para compaginar agendas, el próximo viernes
18 de noviembre, se celebrará un pequeño taller para los miembros de ASECIC en
el que trataremos parte de estas ideas. Se trata de una experiencia piloto y mi
intención es desarrollar los contenidos para preparar un taller de mayor
entidad y nivel de detalle así como un artículo (aunque para eso me hace falta
tiempo!).
Las imágenes que ilustran esta entrada del blog pertenecen a un par de
amigos, Juanma, un excelente fotógrafo de naturaleza, y Manolo, en mi opinión
el mejor pintor español de naturaleza. Ambos han tenido la gentileza de
permitirme el uso de sus obras para ilustrar esta entrada del blog lo que agradezco
enormemente porque fue este óleo de Manolo el que hizo de “mecha” para este
proyecto en mi mente y fue el búho de Juanma la “chispa” que completó el dúo. Ambas
obras ilustran a la perfección el título de esta entrada y el espíritu de este
proyecto: “Una foto que parece un cuadro. Un cuadro que parece una foto”.