Nikon D300, AFS Nikkor 500VR, tripode, Wimberly, exposición manual
La mayoría de las ocasiones, cuando agarro la cámara y me voy al campo imagino encuentros con especies raras, acciones vertiginosas o encuadres imposibles y con frecuencia me olvido de que la mayor parte de las cosas más importantes de la vida son las más sencillas. En fotografía también se puede decir lo mismo y en más de una ocasión, la más humilde de las especies, en el sitio menos insospechado, con una composición de lo más simple y acompañada de una buena luz puede ofrecer una magnífica ocasión para obtener un gran resultado. Esta imagen representa precisamente una de esas situaciones, un grupito de garcillas bueyeras, perdidas en la inmensidad de una composición llena de aire, se dirigen a su dormidero acompañadas de los dorados rayos del sol poniente y un cielo dramático como pocas veces he visto. La complementariedad de los tonos fríos del fondo con los cálidos de las aves ayuda mucho a equilibrar el resultado y a darle más interés a la escena. Una foto que me gusta muchísimo :-)
4 comentarios:
A mi también me gusta mucho esta imagen.
No sólo de primeros planos viven los Teleobjetivos...
Tu si que sabes chavalote... ya te lo dije ayer, que esta foto me llamó mucho la atención. No se te puede dejar pasar la frontera Aragonéeeees!!! Abrazote
Dí que sí Goyo, no podría estar más de acuerdo con tu comentario sobre los teleobjetivos ;-)
Senci ya sabes que aprecio mucho tu buen ojo de pintor y me alegra mucho saber que te gusta esta foto :-)
Muchas gracias a los dos por pasar y comentar
excelentes los dos retratos!. Bien cierto lo que dices de los primeros planos con teleobjetivos, tuve que luchar con mi escondite flotante a solo 4 metros de unas aves de cuello largo muy movedizas: las espátulas rosadas
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