En las últimas semanas he tenido bastantes encuentros con esta emblemática especie y la he hallado en dos lugares muy diferentes y alejados entre sí por muchos, muchos kilómetros. Curiosamente, ambas zonas se caracterizan porque al verlas lo último que uno esperaría encontrar allí es un pato que hace unas décadas estuvo al borde mismo de la extinción. Ambos humedales son de escasas dimensiones, de origen humano y con un intenso trasiego de gente. Caminantes, ciclistas, perros, motos, coches y deportistas son parte de la fauna humana que los rodea aunque, afortunadamente, la mayoría de los que pasan junto a la orilla de estas charcas ni se percata de la presencia de estas aves.
Esta bendita indiferencia se ha contagiado a los patos, fochas, gaviotas y zampullines que frecuentan la zona por lo que es muy fácil pasar un buen rato observándolas a placer simplemente sentados en la orilla.
El primer día pasé un par de horas por la mañana y disfrutando de la presencia de un par de pollos creciditos y que, a todas luces, eran independientes ya que nadaban a sus anchas buceando en busca de comida y alejados de los adultos que dormitaban entre los carrizos.
Una vez más, la Nikon V1 se portó a las mil maravillas y me permitió conseguir acercamientos y retratos que no hubiera podía lograr con la Nikon D300. De hecho, la D300 estuvo todo el tiempo a mi lado esperando su turno de actuación pero se quedó con las ganas ;-)
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