Nikon D300, AFS Nikkor 70-200 VR f4 +1,4X-TC, a pulso, exposición manual
Hace unos días, y para matar el gusanillo fotográfico que me suele invadir, dediqué un par de sesiones a un grupo de ánades reales que habitualmente se encuentran en un punto del río en el que la gente suele darles de comer por lo que, a pesar de ser aves totalmente salvajes, se muestran tan confiados como las palomas del parque y ofrecen buenas oportunidades para fotografiar.
En la primera sesión, la mañana estaba muy soleada y, como suele ser costumbre, tras un buen desayuno a base de pan, los patos se dedicaron al baño cotidiano. La intensidad de la luz ofrecía una buena oportunidad para usar velocidades de obturación muy altas y “congelar” las texturas y el movimiento del agua sobre los patos. Sol, buena temperatura, chapoteos, transparencias y salpicaduras, nadie diría que estamos a finales de diciembre, en pleno invierno.
El nivel del agua estaba muy bajo así que el ángulo de disparo es bastante más acusado de lo que me hubiera gustado pero, qué diantres! Las texturas del agua en el fondo con las salpicaduras superpuestas me motivaban mucho así que me olvidé del ángulo y disfruté durante una larga hora de disparar a placer ;-)
Nikon D300, AFS Nikkor 70-200 VR f4 +1,4X-TC, a pulso, exposición manual