martes, 30 de diciembre de 2014

Picofinas




El otro día disfruté de un magnífico atardecer con las gaviotas picofinas, la guinda de un espléndido día de pajareo con dos buenos amigos, lleno de buen rollo, risas, más risas e incluso excelente comida. Durante apenas media hora, cuando el sol estaba ya casi a punto de extinguirse, surgió esa luz mágica del atardecer que tanto nos gusta a los que amamos y fotografiamos la naturaleza. Apenas un ratito de frenesí rodeados de estas preciosas aves y disparando la cámara como si la vida nos fuera en ello. Pude hacer fotos a contraluz, a favor de luz, en vuelo y también muchas gaviotas nadando, absortas en capturar las Artemias que pululaban en la salina.
Como es algo habitual en mis últimas salidas pajareras, el Nikkor 500 f4 se quedó en casa porque continúo habituándome al Tamron 150-600 VC y la verdad es que una vez más no me defraudó aunque sí que voy asumiendo que en situaciones como ésta hubiera sido mejor tener a mano el 500 ya que la diferencia de luminosidad se hace notar y cuesta conseguir enfocar decentemente los vuelos con el Tamron, especialmente por la escasez de contraste que había. También comienzo a asumir que la fotografía de acción con este objetivo exige de unas capacidades, en lo que a ISO se refiere, que mi querida Nikon D300 no alcanza.
Eso sí, sigo disfrutando mucho de este Tamron ;-)  







1 comentario:

Hernán Tolosa dijo...

Que hermosa luz cálida que baña a esas gaviotas, dándole ese delicado tomo amarillento- anaranjado. Una foto mejor que otra
Feliz 2015