miércoles, 22 de abril de 2009

La zumaya "Garrapata"

Garrapata, acuarela sobre papel

Creo que esta es la primera zumaya que pinté con acuarela o al menos la primera que no sufrió mis iras de pintor frustrado. Eso fue allá por el año 96, un mes de julio tan caluroso y agobiante como suelen ser todos los meses de julio en la campiña, mientras recogía datos para mi tesis doctoral. Seguí muchos otros nidos de chotacabras durante ese año pero este en especial me atrajo más que otros. Me imagino que el hecho de que estuviera en mitad de un barbecho, lejos de cualquier sombra piadosa, y bajo un sol torturante, motivó mi interés y solidaridad.
¡Cómo para no sentirme identificado! Al fin y al cabo, allí estaba yo, justo después de la siesta, pateando terruños y removiendo matorrales para calmar mis inquietudes chotacabriles a las horas en las que todo el mundo en su sano juicio reposaba el gazpacho cerca de un amistoso ventilador.
¡Qué tía la zumaya! -ahí estaba Garrapata aguantando el sol mediterráneo y a un pesado como yo que no tendría nada mejor que hacer que observar su calvario desde la sombra de un árbol-
Soportar el sol en esos meses de estío es toda una proeza para una criatura tan delicada, pero más aún en un pez como este, que hace de la noche fresca su agua. Así que decidí que Garrapata se merecía ser protagonista de mi primera acuarela "zumayil". La acuarela es perfecta, ya que tiene una connotación más refrescante que un "gouache" o el "acrílico".
ACUA-RE-LA, sí-se-ñor.
Dicho y hecho. Pasé varias horas a la sombra de una encina próxima tomando apuntes en mi cuaderno de campo del nido a través del telescopio. Pinté un fondo suave y fresco y un contraste poco pronunciado con la intención de no eternizar el castigo solar de Garrapata también en el papel Canson. Por esa época yo ya era un animista consolidado y, como tal, decidí buscar un alma para animar el trozo de papel. Utilicé agua dulce que había traído del río Yasuní, en pleno Amazonas, mezclada con agua salada del Mediterráneo. Tonterías románticas de un enamorado de Sudamérica.
Garrapata me parecía lo suficientemente digna y estirada como para hacer esa pequeña concesión y esa mezcla me pareció más apropiada que el agua del grifo cantimplorizada.
No sé si al final conseguí ese día nublado que quería regalarle a mi zumaya favorita del 96, pero lo que cuenta es la intención. Además, el resultado final dejó satisfecho mi ego artístico y ha conseguido que durante estos años, Garrapata se mantenga en mi recuerdo, tan fresca como en aquellos días.

2 comentarios:

Ninox dijo...

Don Juan

I love the painting of that Nightjar with the chick. It is wonderful. You are a talented photographer, but your painting is another world in itself. That is true art, at least from my perspective. I love it man!

Congratulations.

Cheers
Akos Lumnitzer

kaoskaos dijo...

La zumaya...Si señor ahora la vemos en todo su esplendor en esta preciosa acuarela. Es usted un maestro. Un saludo.