domingo, 27 de marzo de 2011

The killing moon

Nikon D300, AFS Nikkor 500VR +1,7X-TC, trípode y wimberly head, ISO400, f8 1/320s, exposición manual

"The killing moon" es el título de una canción que solía gustarme mucho durante la primera mitad de los 80. La interpretaba un grupo llamado "Echo and the bunnymen" y el otro día mientras me dejaba seducir por el influjo de esta magnífica luna que nos ha regalado el mes de marzo, no dejaba de tararearla mentalmente. Está claro que no hay que ser hombre lobo, ni mujer loba, para verse atraídos e influenciados por la magnífica visión de Selene en su plenitud y que nuestro satélite tiene algo que engancha. El mes que viene la luna volverá a estar llena y aunque se nos presente un poco más pequeña, seguirá luciendo magnífica.

jueves, 24 de marzo de 2011

Contacto ocular





D300, 500VR+1,4X-TC, exposición manual, a pulso. Las de aguilucho tienen unos 11-11,5Mp y la del milano unos 7Mp


Los seres humanos somos seres visuales que basamos una buena parte de nuestra comunicación no verbal en el contacto ocular. Para establecer relación comunicativa entre un sujeto emisor y un sujeto receptor al contacto ocular es muy importante. Ese es el motivo básico por el que nos gusta que en las fotografías de personas y animales haya una visión clara y limpia de los ojos ya que nos permite obtener mucha información sobre el sujeto. Además, por supuesto, una mirada directa del emisor o sujeto fotográfico nos despierta muchísimo más interés que una mirada indirecta o unos ojos que apuntan a una dirección distinta a la posición que ocupa el observador.
En fotografía de aves, un buen contacto ocular es una de las características que más se valoran en una fotografía. Tanto es así que en muchas ocasiones se valora por exceso y se le da más valor que a otros elementos interesantes de la imagen que podrían justificar sobradamente la ausencia de contacto ocular en el sujeto principal. Un buen ejemplo es el de un ave que está cazando y tiene la mirada clavada en su presa (aunque ésta quede fuera del fotograma y no se vea). Es bastante antinatural ver a un águila en actitud de caza y que, en lugar de mirar a su presa está pendiente del fotógrafo. En ese caso el contacto ocular puede llegar a ser un detrimento porque desvirtúa la acción y las invisibles líneas de composición formadas por la dirección de la mirada. Una consecuencia del valor que se le da al contacto ocular es que las fotografías de sujetos de espaldas o alejándose nos resultan mucho menos atractivas que las de sujetos de frente o acercándose. Para ilustrar el tema he elegido tres tipos de fotos: 1) Contacto ocular directo en el sujeto principal: la foto bastante convencional de un milano negro que mira directamente al fotógrafo mientras porta una enorme anguila; 2) Ausencia de contacto ocular directo en el sujeto principal: un aguilucho lagunero escudriñando el suelo en busca de una presa y 3) Presencia de contacto ocular en el sujeto secundario: un aguilucho lagunero que acaba de capturar un zampullín y vuela alejándose del observador. En realidad, en la foto del zampullín no hay un contacto ocular en sentido estricto ya que está muerto pero está claro que es la expresión facial de la presa la que confiere interés a la foto. La falta de expresión/contacto ocular en el cazador le confiere incluso más dramatismo a la escena ya que no podemos evaluar la expresión de su cara. Bueno, por supuesto ésta es mi lectura de la foto y cada uno puede ver cosas distintas.
Sobre las fotos decir que las tres están hechas desde el coche, a salto de mata, son escenas naturales sin ninguna intervención por mi parte (bueno, el aguilucho se levantó de una charca de improviso con el zampullín recién capturado y se pueden ver las plumas de la cola llenas de agua). Como siempre, muy interesado en leer vuestros comentarios y reflexiones

sábado, 19 de marzo de 2011

La galaxia de los insectos

Nikon D300, AFS Nikkor 500VR+1,4XTC, a pulso, exposición manual, 11,5Mp, f6,3, 1/2500 ISO640

Detalle de la imagen anterior

Nikon D300 AFS Nikkor 500VR+1,4XTC, a pulso, exposición manual, ISO640, f7,1 1/3200s, 11Mp

Nikon D300 AFS Nikkor 500VR + 1,4XTC, a pulso, exposición manual, ISO640. f6,3 1/1250s 8Mp
Detalle de la imagen anterior


El viernes, tras salir de la oficina, tenía planificado una tarde fotografiando aves pero, cuando llegué al lugar dónde esperaba encontrar a mis modelos me topé con que estaba invadido de niños jugando a la pelota, vacas y gente tomando el sol. Resigando, decidí dar una vuelta y buscar algo diferente con lo que matar el rato y comenzaron a llamarme la atención unas grandes columnas que a contraluz estaban formadas por minúsculos puntitos de luz. Nubes vivas y bullentes de minúsculos insectos que, a la caída de la tarde, comenzaban a levitar en el aire. Una luz preciosa, una temperatura idónea y el campo lleno de vida así que decidí probar a retratar las nubes de áfidos con el 500mm y un 1,4XTC. 700mm de distancia focal para fotografiar unos minúsculos seres, delicados como un suspiro, y cuya presencia sólo se hacia evidente a contraluz. Bueno, y por que se me introducían por la nariz, ojos y oídos.
La verdad es que disfruté muchísimo estudiando el movimiento sincronizado de los miles de insectos que formaban las nubes, las texturas de luz y sombra. Como el día de las fotos a las fuentes de agua (ver
http://lazumaya.blogspot.com/2011/01/el-universo-en-una-fuente_23.html), terminé fotografiando galaxias, miriadas de estrellas y paisajes cósmicos (uf, comienzo a preocuparme con tanto cosmos!).
Estas formaciones de insectos, aparte de que estéticamente son muy atractivas, son un elemento más del ecosistema y retratarlas es capturar un trocito de la vida que bulle en la primavera mediterránea.
La tarde se convirtió en una reflexión personal sobre las cosas que fotografiamos y lo que retratamos con nuestro trabajo. También estuve pensando en como a veces, en función de la imagen que presentamos podemos llegar a "alterar" el sujeto fotografiado.
Tengo varios encuadres diferentes, unos más abiertos ponen en contexto la verdadera naturaleza de lo fotografiado: un grupo de pequeños insectos que vuelan delante de un tronco de encina, un rayo de sol que se filtra y los ilumina como una miriada de lucecitas. Un encuadre más cerrado, como éste, solo muestra una textura de puntitos dorados sobre un fondo azul oscuro. Una variación de tan solo un par de grados en la dirección de disparo y el fondo es negro y ya no son insectos sino un firmamento. Un recorte al 100% de esta imagen muestra que los puntitos de luz tienen patas y alas y que vuelan en una formación isimétrica nfluenciada por la brisa.
A ver ¿cómo era aquello de que la fotografía captura la realidad y que sólo la podemos alterar con photoshop? ;-)

jueves, 17 de marzo de 2011

Cigüeña blanca, fondo negro

Nikon D300 AFS Nikkor 500VR, a pulso, exposición manual, recorte a 10Mp, ISO800, f4 1/1250s

Tengo la impresión de que, por lo general, los fondos de color blanco o de color negro no son los que más seguidores tienen y que, por lo general, la gente prefiere los fondos de color verde, ocre e incluso azul. Igual es una apreciación subjetiva por mi parte pero más de una vez he recibido comentarios en los que casi se me ofrecían condolencias porque una de mis fotos tenía el fondo negro o blanco. Salvando los negrísimos fondos que se pueden producir al usar luz de flash, a mí me encantan los fondos de este color, siempre que la luz sea natural. Según la especie que se fotografíe, la calidad de la luz y el ángulo de incidencia, se pueden obtener resultados espectaculares desde un punto de vista estético (algo subjetivo, por supuesto) y muy buenos resultados en los vuelos si el sujeto principal recibe luz contra un fondo oscuro. El funcionamiento de los módulos de AF se basa en la detección de contraste por lo que mientras mayor sea éste, más eficiente es el sistema y más fácil es conseguir imágenes definidas.
De esta imagen lo que menos me gusta es, tal vez, el ángulo de la luz que hubiera preferido que fuera un poquito más frontal pero tampoco me preocupa demasiado porque la luz lateral, si bien produce sombras, contribuye a sacar texturas y detalles. Me gusta que el ave parece flotar inmóvil en el vacío, sensación incrementada por las patas que cuelgan y la cabeza alzada, aunque en realidad iba a toda pastilla. La luz cálida e intensa también me mola pero, sobretodo, me gusta el material que lleva en el pico. Ese puñado de gramíneas secas, rojizas, agitándose al viento son el único elemento que contrarresta la sensación de inmovilidad y le da acción a la imagen. Me evocan una cabellera pelirroja agitada al viento o una especie de llamarada que surgiera del ave.
Ese pequeño trozo del fotograma es el que cuenta la historia que hay detrás de la foto, un puñado de píxels que nos informa que el ave está llevando material para el nido, que éste se encuentra a la izquierda del fotograma, aunque no se vea, y nos hace pensar en lo exótico e inusual del lugar para un nido de cigüeña. Una lectura de derecha a izquierda y la insinuación de un nido que ni siquiera se ve.
En este caso, el fondo es muy oscuro y aunque podría sobreexponer un poquito para sacar detalle he preferido dejarlo tal cual está en la captura para realzar esa sensación de vacío que produce.
Respecto a los detalles técnicos, está realizada a pulso (como el 95% de mis fotos), exposición manual (sobreexponiendo muy, muy poco en este caso) y es un recorte de unos 10Mp. El acercamiento duró 2-3 segundos y pude hacer una serie de 20 fotogramas de los que todos los que tienen fondo oscuro están perfectamente nítidos debido al alto contraste de la escena. Obviamente, la mayoría de las veces no consigo series tan completas lo cual también tiene sus ventajas ya que es más fácil elegir cuál es la foto buena de la serie: la que está enfocada, je, je.

martes, 15 de marzo de 2011

La vida de las rocas

Nikon D300, AFS Nikkor 24-120 f4 VR a pulso, exposición manual

Este año me hice el firme propósito de dotar al blog con contenidos fotográficos que no se limitaran tan solo a las aves y me está costando trabajo porque cuando cojo la cámara sólo veo a esas preciosas criaturas aladas que tanto me fascinan. Afortunadamente, estoy usando un ovjetivo que, por su distancia focal, no permite grandes alegrías para las aves pero que ofrece unos resultados espléndidos así que siempre que puedo me obligo a dejar el 500 atrás y disfrutar del AFS Nikkor 24-120mm VR f4. Gracias a ese objetivo estoy abriendo mis horizontes y fotografío otras cosas como las sesiones que he dedicado al agua, algunas que hice de texturas nivales (ya las subiré al blog) y alguna cosilla con rocas.
En el punte de Andalucía, paseando por la playa con los niños y Nuria encontré un afloramiento rocoso en el que unos estratos dejaban ver formas, texturas y colores realmente interesantes y que me hicieron disfrutar un buen rato. Qué diferente es fotografiar rocas si lo comparo con las aves, mucho más relajado, con tiempo para pensar y con tiempo para encuadrar.
Este pedazo de roca lleno de colores intensos invitaba a disfrutar de su contemplación, a buscar composiciones, a fotografiar y, bueno, ¿quién fue el que dijo que las rocas no tenían vida?

viernes, 11 de marzo de 2011

El vuelo de la sombra

Nikon D300 AFS Nikkor 500VR+1,4XTC, exposición manual, a pulso (recortada)

El año pasado, durante la Semana Santa y en un acantilado de la costa portuguesa, hice la foto que acompaña a esta entrada aunque desde una posición más distante de lo que hubiera sido idóneo. Durante los dos días siguientes intenté conseguir algo parecido y con menos recorte pero no hubo manera. Este año he vuelto al mismo lugar con la idea de fotografiar cigüeñas, halcones, grajillas y… la sombra del vuelo del cernícalo pero ni siquiera surgió una oportunidad para capturar la imagen que quería. Dentro de unas semanas volveré por allí y lo intentaré de nuevo pero si no lo consigo no pasará nada porque ya tengo una imagen que me gusta a pesar de que es un recorte muy importante. No podré ampliarla como si de un formato completo se tratara. Probablemente nunca será aceptada en un concurso fotográfico que pretenda mostrar al público unas ampliaciones enormes. Probablemente habrá quien piense que es una foto realizada de casualidad (lo cual es totalmente cierto) y que eso le reste interés.
Probablemente.
Pero para mí, seguirá siendo una foto con un enorme atractivo, con una historia que se insinúa en una pared de piedra, me seguirá pareciendo original e intentaré mejorarla pero no porque considere que la calidad artística de las imágenes se deba medir por el número de píxels, el tamaño del papel en el que se imprime o el soporte en el que se muestra sino por el placer de seguir trabajando en ella. Probablemente es la misma sensación que tengo cuando estoy a punto de terminar alguna de mis pinturas y, de repente siento que no quiero finalizarla, que me apetece seguir dando más pinceladas y disfrutar del proceso de creación.
PD. El cernícalo que produce esta sombra es, probablemente, el mismo macho que aparece fotografiado en mi entrada anterior (y en otras como ésta) ya que ocupa el mismo territorio y posaderos.

viernes, 4 de marzo de 2011

Luz y oscuridad

Adenda: Algunos compañeros me han sugerido que una versión más subexpuesta sería una opción a tener en cuenta y yo, por supuesto, la he considerado. La verdad es que no sé con cual quedarme ;-)


Nikon D300, AFS Nikkor 500VR (algunas con el 1,4X-TC), exposición manual, a pulso, y recortes a unos 6Mp


El otro día pasé un buen rato fotografiando cernícalos vulgares (Falco tinnunculus) desde uncortado rocoso que proyectaba una enorme sombra en la pared rocosa opuesta. A primera hora de la mañana los cernícalos comenzaron a hacer vuelos nupciales y, mientras dibujaban grandes círculos en el aire, recibían la intensidad de los rayos del sol naciente. Al exponer para la luz de los cernícalos, la oscuridad de las sombras se incrementaba más áun generando un efecto interesante: fondo negro y aves llenas de luz y color. Una buena ocasión para practicar composiciones en las que el sujeto principal ocupa muy poco espacio. La enorme cantidad de espacio vacío genera, en mi opinión, una sensación de libertad y espacio que apoya la percepción de esos vuelos en enormes círculos que hacen estas aves.

miércoles, 2 de marzo de 2011

250 km/h

Nikon D300, AFS Nikor 500VR+1,7X-TC, a pulso, exposición manual, f8, 1/1250s, ISO800, 6Mp

250 km! Se dice pronto, pero esa es la velocidad aproximada que le calculo a este halcón peregrino en el momento de hacer esta foto (tomando en consideración la distancia que recorrió antes de perderlo de vista, la velocidad de disparo de mi D300 y el número de fotogramas que le pude hacer). Y todo casi sin mover un músculo, apenas dos o tres breves aletazos. Aún estoy impresionado con los picados nupciales que hacía la pareja de halcones, las vertiginosas trayectorias que en el último segundo evitaban, como si nada, una muerte segura contra las rocas de su territorio y la tremenda facilidad con la que se codean con las corrientes de aire. Una impresionante persecución a una paloma que no terminó muerta, sospecho, porque el halcón se lo estaba tomando como un juego. En realidad tengo la sensación de que durante el tiempo que estuve observándolos volaban simplemente para dejar claro que eran los dueños del roquedo. Volar por el placer de volar lo cual tampoco me sorprendería porque ¿puede haber algún motivo mejor que hacer las cosas por el puro placer de hacerlas?