lunes, 29 de agosto de 2011

Días de playa

 
 Nikon D300 AFS Nikkor 70-300VR, a pulso, exposición manual
Este verano he estado usando mucho el Nikkor 70-300 VR en la playa, fotografiando las olas, mi familia y las gaviotas que se dejaban acercar. Acostumbrado a sostener el Nikkor 500 VR, este pequeño zoom me parece tan liviano como una pluma y realmente agradable de usar así que lo he disfrutado mucho. El material que acompaña a esta entrada es parte del que acompañará a un artículo que estoy preparando sobre el 70-300 VR y que espero vea la luz antes de finalizar el año así que, de momento, no voy a adelantar muchos detalles salvo que me parece un objetivo con un rendimiento excelente si se considera el precio que tiene y que no es un objetivo “pata negra”.

lunes, 22 de agosto de 2011

Recuerdos de luz

Rara vez suelo conservar fotografías de aves que están de espaldas o, simplemente, alejándose de mí. Es uno de esos convencionalismos que tantas veces adoptamos y que, de repente, causa un enorme placer romper. Parece como si un animal que se aleja en una fotografía transmitiera sensación de huida. Parece que que si no vemos los ojos del sujeto la imagen pierde su poder de comunicación y no transmite nada. 

 Nikon D300, AFS Nikkor 70-300VR, a pulso, exposición manual

Estas fotos de una tarde de playa o, mejor dicho, una magnífica tarde atlántica, con aves que se alejan a la caída de la tarde son una excepción y se salvaron de ser borradas por dos motivos. El primero es que me hacen sentir un intenso recuerdo del momento vivido y de la dificultad para captar la magia de la luz. Nada de animales asustado o huyendo, simplemente el tranquilo paso de las aves hacia sus lugares de descanso, en unas rocas mar adentro, bañadas por la cálidad luz del astro rey. El segundo motivo es la coherencia que entre los elementos principales de la escena: aves que se alejan, luz que se apaga o el final del día. Cosas sencillas. Recuerdos de luz.
 

lunes, 15 de agosto de 2011

Cigüeñuelas




Nikon D300 AFS Nikkor 500VR+1,4X-TC, trípode y WH-II, exposición manual

Como muchas miles de personas, mañana vuelvo al trabajo y este año la depresión postvacacional ha de ser dejada a un lado. Es de justicia. Como decía una vieja canción son "malos tiempos para la lírica" ya que el panorama socioeconómico está bastante feo y los que aún tenemos la suerte de poder volver al trabajo podemos sentirnos afortunados. Pero lo cortés no quita lo valiente y tras unas vacaciones, la pereza por el regreso a la rutina es difícil de afrontar.
Este verano la fotografía de aves no se ha prodigado mucho aunque he disfrutado bastante fotografiando escenas playeras que ya iré subiendo: gente, olas, espuma, atardeceres y esas cosas se suelen hacer en la orilla del mar. También han caido algunas aves: halcones, cernícalos, cigüeñas, cigüeñuelas, flamencos y, sobre todo, gaviotas patiamarillas.
Pero mi primera entrada al blog en agosto está dedicada a una tarde que pasé con las cigüeñuelas en el sitio más insospechado que pudiera imaginar y con una luz de atardecer fantástica.