domingo, 28 de octubre de 2012

El microcosmos emplumado (Nikon V1 y Sigma 150mm)

Continúo probando el funcionamiento del Sigma macro con la V1 para explorar las enormes posibilidades que ofrece el sensor CX para la fotografía macro aunque sigo sin tener oportunidad de hacer pruebas en campo. Hoy, para matar el gusanillo, le he dedicado una sesión a fotografiar plumas pequeñas a contraluz, cerca de una de las ventanas de mi casa.
Sigo notando una enorme diferencia entre el AF de este Sigma y el de los Nikkor. En el 80% de las ocasiones simplemente no responde, aunque no deja de sorprenderme ya que esperaba que no funcionara en el 100% de los casos aunque la distancia de enfoque mínima que permite este objetivo, unos 10 cms (no lo he medido),  combinada con el sensor CX produce un nivel de magnificación impresionante y permite asomarse a los detalles de la estructura e incluso comenzar a vislumbrar el efecto que la luz tiene sobre las bárbulas de las plumas.

Por cierto, todas las fotos son formato completo (excepto aquellas en las que se indica que se trata de un detalle) y están realizadas a ISO400.

Nikon V1, FT-1, Sigma 150 mm, trípode, exposición manual (anchura del área fotografiada: 3 cms), pluma de pintada moñuda (Guttera pucherani) a contraluz

Nikon V1, FT-1, Sigma 150 mm, trípode, exposición manual (anchura del área fotografiada: 10 cms), pluma de pintada moñuda (Guttera pucherani) a contraluz

Nikon V1, FT-1, Sigma 150 mm, trípode, exposición manual (anchura del área fotografiada: 2 cms), pluma de pintada moñuda (Guttera pucherani) a contraluz

Detalle de la imagen anterior 
En algunos de los detalles de estas plumas se puede observar como la luz blanca del sol se convierte en microarcoiris producto de la refracción que sufre la luz al atravesar la microestructura de queratina transparente de las bárbulas.

Nikon V1, FT-1, Sigma 150 mm, trípode, exposición manual (anchura del área fotografiada: 2 cms), pluma de águila coronada (Stephanoaetus coronatusi) a contraluz

Nikon V1, FT-1, Sigma 150 mm, trípode, exposición manual (anchura del área fotografiada: 2 cms), pluma de águila coronada (Stephanoaetus coronatusi) a contraluz

Detalle de la imagen anterior
También me ha sorprendido muchísimo esta pequeña pluma del copete de un faisán cuyo color metalizado y textura casi oleaginosa siempre me habían llamado la atención. Ha sido muy interesante ver la curiosa y escamosa superficie de la parte distal de esta plumilla en el visor de la cámara. 

Microcosmos emplumados :-)

Nikon V1, FT-1, Sigma 150 mm, trípode, exposición manual (anchura del área fotografiada: 4 cms), pluma de monal del Himalaya (Lophophorus impejanus) a contraluz
Nikon V1, FT-1, Sigma 150 mm, trípode, exposición manual (anchura del área fotografiada: 1 cm), pluma de monal del Himalaya (Lophophorus impejanus) a contraluz
Detalle de la imagen anterior

lunes, 22 de octubre de 2012

Nikon V1 y Sigma 150 macro: impresiones preliminares




Nikon V1, FT-1, Sigma 150 mm, exposición manual, ISO400, mínima distancia de enfoque y máxima apertura

Estos días de atrás he comenzado a probar la V1 con el Sigma 150 mm f2,8 macro de un buen amigo y, aunque no he tenido ocasión de probarlo sobre el terreno, los primeros resultados me parecen muy prometedores e interesantes. 
Las fotos que acompañan a esta entrada, son resultados muy preliminares y se han realizado en condiciones de luz muy escasa, sin trípode, a distancias de enfoque mínimas o muy reducidas ya que mi intención era probar, sobre todo, el grado de desenfoque y la capacidad de aislamiento a f2,8 en circunstancias de este tipo.
La capacidad para producir desenfoques agradables me ha sorprendido positivamente  aunque podrían ser mejores ya que las realicé a pulso y el trípode es algo a tener muy en consideración para este tipo de imágenes ya que estamos trabajando con una distancia focal equivalente de 405 mm. La nitidez de las imágenes es muy buena aunque, y esta es una opinión muy preliminar, me da la sensación de que la enorme densidad de pixels de la V1 pone en situación comprometida las capacidades ópticas de este objetivo o, al menos, lo lleva muy cerquita de su límite de rendimiento. 

            Nikon V1, FT-1, Sigma 150 mm, exposición manual, ISO400, máxima apertura

El funcionamiento del AF es bastante… bueno, digamos que unas veces funciona y otras no aunque, honestamente, reconozco que para este tipo de fotografía no me ha supuesto un serio inconveniente y el enfoque manual a través del visor electrónico no ha sido complicado aunque he echado de menos un visor acodado o una pantalla abatible. Eso sí, cuando el AF ha funcionado lo ha hecho de forma bastante decente considerando las circunstancias. No he podido comprobar si el funcionamiento del AF está relacionado con la disponibilidad de luz y el modo de AF que la V1 elige en función de los niveles de luminosidad, con la distancia de enfoque o con el contraste aunque espero probarlo. No obstante, según Nikon, no debería funcionar aunque esto no deja de ser una de las típicas afirmaciones conservativas de la marca cuando hace referencia a compatibilidades entre diferentes equipos cuyo resultado es un funcionamiento muy pobre (ver por ejemplo, las afirmaciones de Nikon sobre el funcionamiento de los objetivos f4 con los multiplicadores 2X).

            Nikon V1, FT-1, Sigma 150 mm, exposición manual, ISO400, máxima apertura

Tampoco he podido mirar con tranquilidad el comportamiento de las aperturas de diafragma y la difracción así como otros parámetros pero sí que he podido comprobar que he conseguido fotografiar sin problemas las cosas que me han interesado y que los problemas más grandes que me he encontrado han sido los derivados de trabajar con profundidades de campo minúsculas, distancias de enfoque muy reducidas, dificultad de encuadre, etc. Nada que no sea esperable en este tipo de fotografía.
En resumen, mi primera impresión ha sido muy, muy positiva y aunque yo no soy muy aficionado a la fotografía macro me ha resultado muy divertido usar este combo.

Nota: para esta sesión he usado una modelo de leyenda, una de las mejores cámaras de formato medio que se han fabricado y que protagonizará alguna de las próximas entradas en el blog cuando termine de restaurarla... ;-)


domingo, 21 de octubre de 2012

El martín pescador...


D2X, AFS Nikkor 200-400VR, 1,4X-TC, trípode, hide, exposición manual

No, no me he vuelto loco con el título. El día que fotografié a esta culebra de agua me metí en el hide a la espera de fotografiar al señor Martín pero entre que llegaba y no llegaba, me entretuve fotografiando a las culebras de agua que asomaban la cabeza, a modo de periscopio, por encima de la superficie del agua para tomar un "buchito" de aire fresco. Al final conseguí fotografiar al pescador turquesa pero son las fotos de estos reptiles las que realmente hicieron que la jornada mereciera la pena :-) 

viernes, 19 de octubre de 2012

Tejedores invernales






 Nikon D300, AFS Nikkor 500VR+1,4X-TC, exposición manual, a pulso

Estos bandos de Euplectes afer pertenecen a la misma sesión que las fotos de mi entrada anterior aunque, en este caso, la luz es directa y muy diferente. La escasísima disponibilidad de luz me hizo subir el ISO hasta 800 y 1000 y aún así algunas aves están movidas y he tenido que recuperar luminosidad en el procesado pero creo que conseguí plasmar más o menos lo que mis ojos veían aunque, claro, falta el sincronizado movimiento de los tejedores :-) 



lunes, 15 de octubre de 2012

El alma de las fotos




Nikon D300, AFS Nikkor 500VR, a pulso, exposición manual


Me gustan las imágenes que cuentan historias y que no son un simple retrato de una especie hermosa o interesante. Me identifico con las fotografías que tienen como ingrediente principal elementos como la luz, el ambiente, el hábitat, la composición, la acción o el espacio frente a otras en los que dichos elementos no tienen un gran papel o, sencillamente, están ausentes. Cada vez más, busco encontrar inspiración en los contraluces y la integración del sujeto principal en su entorno y, de hecho, en algunas de las imágenes que más me atraen, es difícil distinguir si el sujeto principal  es la luz, el hábitat, unos desenfoques o una de las aves que tanto me gusta fotografiar. Creo que ese tipo de fotografías ofrecen más posibilidades de creación al tiempo que permiten dibujar una imagen más realista de los sujetos que fotografiamos y de su integración en el entorno que habitan. Es muy diferente fotografiar a un uso polar, llenando encuadre y con la luz de uno de esos bonitos y escasos días árticos de sol y cielo azul, que fotografiarlo en medio de una ventisca de nieve y ocupando muy poco espacio en el fotograma, poniendo de manifiesto la dureza del entorno que habita y la inmensidad de los espacios que ocupa. Con esto no quiero decir que un tipo de fotografía sea mejor que el otro, o más difícil, o más satisfactorio ya que eso es algo muy personal y subjetivo. Lo que sí tengo claro es que fotografiar siempre un sujeto llenando encuadre, con un fondo homogéneo e inmaculado y con iluminación directa limita mucho mis posibilidades de creación y que necesito más elementos para componer imágenes que me gustan. También es cierto que muchas veces basta con una pose interesante o una mirada penetrante para que nos olvidemos del fondo homogéneo, la luz directa, del posadero perfecto y de cualquier otra cosa.
Un día de la semana pasada, saturado de las negatividades que diariamente nos bombardean en los últimos tiempos, decidí escaparme un rato al campo para recargar pilas. En soledad, buscando la inspiración fotográfica que últimamente me esquiva, y con la intención de fotografiar garcillas bueyeras a contraluz, contra los intensos fondos verde/dorado de los arrozales que bordean el Parque Natural de Doñana. La tarde se prometía muy sosa ya que las aves se mostraban esquivas y escasas pero justo antes de que el sol empezara a esconderse me topé con una enorme bandada de tejedores amarillos (Euplectes afer). Durante un buen rato estuve fotografiando las idas y venidas del bando entre los arrozales y cañaverales y la anodina tarde se convirtió en una intensa sesión de disfrute fotográfico. Tuve que tirar de ISO porque la luz se iba por momentos y las aves se movían muy rápido pero pude capturar una buena colección de imágenes del movimiento de los bandos que protagonizarán una próxima entrada en el blog. Pero las fotos que más me gustaron y con las que más disfruté son las que hoy protagonizan esta entrada y que retratan el hábitat y la atmósfera que envolvía al bando aquella tarde: la luz del sol que se extingue, flitrándose por el humo de las rastrojeras y el patrón de líneas verticales, cálidas y desenfocadas, del cañaveral en el que se mueven los tejedores y unos cuantos de esos pajarillos, cuya silueta se perfila por la luz solar, muy pequeños en el encuadre y listos para pasar la noche.
El balance de la tarde fue el reencuentro con la inspiración y algunas de las fotos más satisfactorias que he hecho en los últimos tiempos. Este tipo de fotografía de naturaleza es la que me resulta más gratificante aunque, en lugar de vérmelas con un oso en el crudo clima polar me tenga que enfrentar a unos pajarillos en la calidez de una tarde otoñal andaluza. Es la luz, la acción o la atmósfera lo que me atrapa e intento capturar.
Es, en definitiva, el alma de las fotos.