Rara vez suelo conservar fotografías de aves que están de espaldas o, simplemente, alejándose de mí. Es uno de esos convencionalismos que tantas veces adoptamos y que, de repente, causa un enorme placer romper. Parece como si un animal que se aleja en una fotografía transmitiera sensación de huida. Parece que que si no vemos los ojos del sujeto la imagen pierde su poder de comunicación y no transmite nada.
Nikon D300, AFS Nikkor 70-300VR, a pulso, exposición manual
Estas fotos de una tarde de playa o, mejor dicho, una magnífica tarde atlántica, con aves que se alejan a la caída de la tarde son una excepción y se salvaron de ser borradas por dos motivos. El primero es que me hacen sentir un intenso recuerdo del momento vivido y de la dificultad para captar la magia de la luz. Nada de animales asustado o huyendo, simplemente el tranquilo paso de las aves hacia sus lugares de descanso, en unas rocas mar adentro, bañadas por la cálidad luz del astro rey. El segundo motivo es la coherencia que entre los elementos principales de la escena: aves que se alejan, luz que se apaga o el final del día. Cosas sencillas. Recuerdos de luz.
2 comentarios:
Muito, muito bonitas!
Obrigada por compartilhar!
Gostei muito do seu blog.
Felicidades.
Um beijo carinhoso.
Me chiflan las fotos de aves,,,tengo muchas..aunque hasta ahora he colgado dos o tres...ya llegarán mas...de momento un saludo desde Murcia...y qeu pena el incendia de Atamaría...seguimos...un saludete..
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