Me preocupo mucho por la calidad de las imágenes que hago y por el procesado que les aplico para conseguir estrujar hasta la última partícula de calidad que pueda haber en una imagen. Como yo, hay muchos que hacen lo mismo e incluso hay gente que lleva tal preocupación al extremo. Tanto es así que sólo fotografían cuando la luz es tan buena que la calidad de las imágenes está libre de toda mácula. Calidad, entiéndase, desde un punto de vista fotográfico puro y duro (ausencia de ruido digital, desenfoque o movimiento, definición impecable, ángulo de luz ideal, fondos con tal o cual característica, etc, etc). Si un extraterrestre viera el portafolio fotográfico de bastantes fotógrafos se llevaría una idea muy equivocada de la naturaleza de este terruño que tenemos por planeta ya que no siempre luce el sol, ni siempre la luz es suave y saturada, ni la climatología acompaña. Pero no se puede olvidar que la calidad de una imagen no se mide simplemente por la ausencia de ruido, saturación y todas esas cosas, sino que también entran en juego otros aspectos. El otro día, junto con otros tres amigos chiflados, nos fuimos a casi 300 km de distancia para pajarear y fotografiar aves. Un tiempo de perros anunciaban todas las fuentes: 100% de probabilidad de lluvia intensa, tormentas y cielos grises todo el día. Y por mucho que mirara y mirara en internet, las previsiones no cambiaban. Así que allá que nos fuimos, cargados de mantecados, bocadillos de jamón y Almax, contra viento y marea ya que nos había costado casi seis meses cuadrar las fechas para poder reunirnos los cuatro. Después de tres horas en el coche, bajo una lluvia de narices, estábamos llegando al destino sin parar de decir “Mira, parece que está parando la lluvia”, “Me ha parecido ver un claro entre las nubes”, “¿Es aquello un rayo de sol?” y cosas por el estilo. Pero nada, lluvia por un tubo. Los patos cuchara estaban dónde debían estar, ajenos a la lluvia, los relámpagos y los truenos de una tormenta de libro. Como peces en el agua. Nosotros refugiados en el observatorio de madera, a resguardo de la lluvia, veíamos caer la cortina de agua y los cucharas yendo y viniendo y yo, por supuesto, haciendo fotos. !No me voy a plantar a 300 km para nada!
En algunos momentos la cortina de agua era realmente intensa y las aves ni siquiera se atrevían a volar lo que permitió usar velocidades de exposición un poco más lentas de lo que habitualmente uso y así poder captar la sensación de lluvia que se aprecia en la parte superior del fotograma. Una velocidad demasiado lenta hubiera incrementado esta sensación pero hubiera afectado a la definición de las salpicaduras. Encuadre original.
Las condiciones de luz eran realmente pésimas, mucha oscuridad, poco contraste y colores desaturados por lo que hacer fotos pasaba por configurar el equipo al límite de las posibilidades técnicas o más allá de éstas. Fuera teleconvertidor, máxima apertura e ISO por las nubes (entre 1000 y 1250). A pesar de todo, no había luz suficiente. Por supuesto, había que olvidarse de sobreexponer… y de exponer correctamente también. Tocaba subexponer más de un punto lo que significa que habría que procesar mucho, que las imágenes perderían mucha definición y que iban a estar adornadas con mucho, mucho, ruido.
Cuando la intensidad de la lluvia aflojaba algunos patos se animaban a volar pero, a pesar de que la luminosidad efectiva aumentaba un poco, la necesidad de una velocidad de obturación muy alta obligaba a usar ISO muy alta con la consiguiente subexposición y generación de ruido. En esta imagen se ha mantenido la falta de contraste original para respetar la atmósfera y el ambiente reinante en la escena. Me llamó la atención descubrir que en muchos fotogramas los machos aparecen con las plumas de la espalda erizadas pero no las hembras algo que nunca antes había podido percibir. Reencuadrada a 8Mp.
“¡Esto es lo que hay!” Las opciones eran sencillas, no hacer fotos impolutas o hacer fotos de poca calidad pero de tremendo potencial gráfico y documental. Y es que en el campo, a veces, llueve y caen chuzos de punta y el cielo está negro como el sobaco de un grillo y si quieres retratar la vida de los animales (no solo los momentos más idílicos de su existencia) hay que asumir que para hacerlo tienes que vivir con el ruido digital, la subexposición y todas esas cosas.
En algunos momentos la tremenda fuerza de la lluvia no impedía la llegada de patos. Para congelar su aterrizaje se usó un ISO muy alto y en este caso se ha respetado el ruido original ya que un procesado intenso hubiera afectado mucho a las gotas de lluvia, creando un efecto irreal. Reencuadrada a 7Mp.
La vida de los patos está llena de días como éste y me apetecía plasmarlo en imágenes. Aves volando en medio de la cortina de agua, alimentándose o descansando. El miedo a los relámpagos y a los truenos, la luz del sol que viene después de la tormenta y todas esas cosas. Aaaay, cómo me hubiera gustado tener a mano una D3s.
Dos momentos de una misma escena. En el primero, un relámpago pone en alerta a la pareja de cucharas que levanta el vuelo cuando el tremendo retumbar del trueno hace que hasta el observatorio de madera se estremezca. Reencuadradas a 10,5Mp aproximadamente.
En algunos momentos la luz mejoró un poco permitiendo imágenes más saturadas y contrastadas aunque sin posibilidades de bajar de ISO altas. La impermeabilización de las plumas de las anátidas es tan eficaz que incluso en vuelo se pueden apreciar las gotas de agua sobre la cabeza de este macho adulto. Reencuadrades de 6 y 10Mp respectivamente.
Por cierto, la tarde mejoró y al final el sol nos premió con algo de luz, espléndida, dorada y más radiante que nunca y cayeron buenas fotos pero eso vendrá en otra entrada ;-)
En lo que al procesado se refiere, los RAW subexpuestos se parecen poco a la luz que en algunos momentos había. No todo fue gris y sin contraste. En algunas ocasiones había saturación de color y, por supuesto, mucha más calidez en la temperatura del color de lo que apuntan los RAW. En el procesado quería ser fiel a la luz que había y para ello tomé, a lo largo de toda la mañana, varias fotos sobreexpuestas que me sirvieran de referencia a la hora de procesar.
3 comentarios:
Un gran trabajo, Juan, y estoy de acuerdo con tu comentario. Los días de lluvia tienen algo especial para la fotografía. Feliz año. Un saludo
Juan, me ha gustado mucho tu entrada, aquí hay fotos que no conocía, y son verdaderos fotones, joder, te has lucido y no veas si le sacasteis partido al mal día, me ha encantado.
Un abrazo y preparate para lo que hemos sacado hoy......
que perruno eres Juan... vaya fotitos que te tenías guardadas de los cucharas macho! A riesgo de morir ahogado, eso si... son impresionantes. Me han encantado. Un abrazo
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