Nikon V1, FT1, AFS Nikkor 500VR, exposición manual, trípode, wimberly, hide |
De pequeño pintaba los cuervos de color negro y siempre me parecían una especie sosa y sin atractivo alguno. Un día de visita en el zoo descubrí que las plumas del cuervo eran todo menos sosas y que en realidad escondían toda una gama de tonos azulados y violáceos. Brillos de puro satén, untuosos, grasientos -en la mejor acepción que este adjetivo pueda tener- y con una enorme capacidad para demostrar cualquier propiedad física de la luz. Además de su superficial belleza aquel día también descubrí otras cosas como una mirada inteligente, llena de vida y de astucia así como una interesante capacidad vocal. Recuerdo a la pareja de cuervos campeando en una enorme jaula llena de leonados paseándose con un elegante paso, “con el tumbao que tienen los guapos al caminar” como recuerda una famosa canción.
Después de aquel día siempre que iba al zoo acudía raudo a visitar la jaula de los “cuervos carniceros” que es lo que indicaba el rótulo que identificaba a las distintas especies de aquella jaula y que, además de leonados, picazas y milanos.
Eso sí, más allá de sus hábitos alimenticios, a mí lo de “carniceros” no me acaba de cuadrar, o al menos no de la forma en que estaba escrito en el rótulo y que parecía reprochar su condición natural. Como si los animales entendieran de las miserias del ser humano.
En aquellos años en los que mi infantil curiosidad comenzaba a traducirse en desmedida pasión por las aves dediqué muchas horas a observar a los cuervos y me dejé atrapar por su comportamiento fascinante.
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Han pasado muchos años desde entonces y en este tiempo no han dejado de parecerme unas criaturas interesantísimas. Los he observado muchas veces en el campo, aunque siempre de lejos, y se me ha caído la baba descubriendo en las fotografías que otros realizaban las maravillosas texturas que encierra su plumaje.
Este fin de semana, he tenido la oportunidad de disfrutar de varias horas fotografiando a estas inteligentes aves, en su salsa, luciendo brillos bajo la intensa luz del sol, graznando, pavoneándose e interaccionando entre sí, totalmente ajenos a mi presencia. Mientras los fotografiaba no dejaba de pensar “¿negros? ¡venga ya!”
4 comentarios:
Impecables las fotos, el primer retrato tiene unos detalles fabulosos, con ese brillo y reflejs en el plumaje tal cual mencionas.
Hacía rato no veía una foto de cuervo con tantos detalles; por aquí lo puedo ver solo en fotos, los córvidos no son abundantes en mi país solo hay 3 especies, conocidas como urracas, ninguna donde resido, pero eso si, con unos colores muy diferentes al cuervo europeo pero con una actitud para la foto algo parecida
Saludos
Si señor, mucha calidad en ese plumaje y unos retratos estupendos Juan. Son unas aves preciosas y dificiles de fotografiar y de conseguir ese detalle en su plumaje. Un abrazo Juan
Hernán y Juanma, muchas gracias por pasar y comentar :-)
Hernán, cuando quieres hacemos un intercambio de cuervos por alguna de las espléndidas especies que vosotros tenéis por allí ;-)
jejeje... la segunda no la había visto y me gusta mas que el retrato. Le da un rollo Hitchcock esa composición... muy buen encuadre Juan. Un abrazote
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