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lunes, 30 de mayo de 2011

Zumayas e imagen de búsqueda

Nikon D300, AFS Nikkor 500VR+1,4XTC, trípode, exposición manual, formato original
Nikon D300, AFS Nikkor 500VR+1,7X-TC, trípode, exposición manual (11Mp)
Nikon D300, AFS Nikkor 500VR, trípode, exposición manual, formato completo

Nikon D300, AFS Nikkor 500VR+1,7X-TC, trípode, exposición manual, 11Mp

A estas alturas del blog, muchas de las personas que visitan este espacio se habrán percatado de que los chotacabras, las zumayas, son algo más que la cabecera de esta web y que tengo un vínculo muy intenso con esta especie. Mucho ha llovido desde mi primer encuentro a los 8 años con la zumaya (leer más...) e incluso desde que leí mi Tesis Doctoral sobre el comportamiento de los chotacabras en 1997, pero todavía me siguen fascinando y a poco que mi olfato me avisa de que hay zumayas me pongo a buscarlas.
Ayer fue un día de reunión familiar, en una casa de campo ubicada en un entorno que reúne las características adecuadas para los chotacabras así que decidí llevar el teleobjetivo y el trípode. Por si acaso. El día mezclaba episodios nubosos con tímidos asomos solares por lo que la luz y la temperatura invitaban a dar un paseo entre olivos para buscar a estos invisibles personajes que son las zumayas. Invisible quizás sea un adjetivo excesivo pero no mucho ya que el camuflaje y el comportamiento de estas aves hace que su localización sea todo un desafío. La experiencia y el entrenamiento del ojo son la clave para localizar a estas aves posadas en el suelo antes de que salgan volando a nuestros pies, la forma más frecuente de encontrarse con ellos. Tras media hora de búsqueda, mirando los pies de olivo que me parecían adecuados, encontré una zumaya. Estaba al pie de un tronco, en medio de la maraña de hojas secas y ramitas correspondiente y a unos 10 m de mi posición algo que puede parecer imposible pero que no es complicado si, como yo, has desarrollado una “imagen de búsqueda” para los chotacabras (1) basada en una larga experiencia con estas aves. Al final, la zumaya me proporcionó una buena sesión fotográfica y permitió, sin inmutarse, que la retratara desde distintos ángulos, con luz cambiante, a distintas distancias y con todas las combinaciones del teleobjetivo con los dos TC que llevaba. Magnífico animal :-)

(1) La imagen imagen de búsqueda (search image) o tasa de búsqueda (search rate) (leer más...) son teorías que usamos los etólogos para intentar explicar el mecanismo por el cual un animal es capaz de, por ejemplo, localizar presas camufladas en un entorno y que se basa en un proceso inconsciente en el cual, a través de la experiencia individual acumulada, se incrementa la probabilidad de distinguir una presa críptica del fondo en el que se encuentra. En otras palabras, cada vez que un depredador encuentra una presa camuflada, el cerebro almacena más y más información sobre las características que permiten distinguir a la presa de su entorno por lo que, tras un tiempo, le resulta mucho más fácil encontrar una presa similar ya que su cerebro es capaz de usar automática en inconscientemente, la información acumulada para facilitar la búsqueda. Este proceso es el que hace que un buscador de setas experimentado consiga localizar una colmenilla a 15 m de distancia mientras que su compañero novato es incapaz de ver una que está a dos metros. Una aplicación práctica de este concepto, e interesante para los que colgamos imágenes en internet, es la aplicación Tin Eye (www.tineye.com) que permite hacer búsquedas en internet para localizar copias de fotos similares a una que le hemo sdado nosotros.

jueves, 3 de junio de 2010

Ojos de zumaya / Zumaya´s eyes (Caprimulgus ruficollis)

Nikon D300, AFS Nikkor 500 VR+1,4X-TC, a pulso, exposición manual(detalle correspondiente a otro fotograma)

Despúes de muchos años me he propuesto volver a dedicarle más atención a las zumayas, mi especie némesis y ya llevo un par de días localizando territorios ocupados e intentando fotografiarlas. La primera noche fue fructífera en avistamientos aunque un rotundo fracaso en lo que a fotografía se refiere ya que cazar a estas aves en vuelo, con un 500 a pulso y en la escasa luz del crepúsculo es un auténtico milagro. Esta mañana he comezado las búsquedas diurnas y he localizado varios posaderos. En uno de ellos he podido fotografiar a este ejemplar, apenas una ráfaga y ha volado. La mañana ya estaba dejando paso a las fuertes luces del mediodía y he sudado bastante pero, al menos esta zumaya bajo una encina recibía un rayo de sol filtrado entre las hojas del árbol.
De esta fotografía me gusta sobre todo el ambiente que rodea al ave, el increible camuflaje que hace que se vuelva prácticamente invisible en la hojarasca del suelo y ese pedazo de ojo de terciopelo que tienen, tan lleno de vida. Espero volver a fotografiar más zumayas :-)

jueves, 30 de abril de 2009

Chotacabras cuellirrojo (Caprimulgus ruficollis) / Red necked nightjar



Mi acuarela favorita de zumaya y uno de los studios a lapiz que hice cuando estaba preparando la pintura :-)

My favorite zumaya´s watercolor and one of the pencil studies that I created when I was preparing the painting :-)

jueves, 23 de abril de 2009

La Zumaya / The "Zumaya"

Chotacabras cuellirrojo, tinta sobre papel / Red-necked nightjar, ink on paper

La Zumaya es uno de los nombres locales de mi especie favorita.... el chotacabras cuellirrojo (
Caprimulgus ruficollis). He pasado incontables horas, días y años observando chotacabras, buscándolos en el campo, leyendo e investigando sobre ellos durante más de 30 años.
Mi relación con los chotacabras se inició cuando tan sólo tenía 8 años. Estaba dormido en el asiento del copiloto de un coche que mi padre conducía de regreso a casa después de pasar el día entero en el campo. Un largo día buscando imaginarios nidos de águila entre los olivares… los sueños de un niño arropado por los maravillosos sonidos de una noche mediterránea de verano. Mochuelillos saludando con sus preciosos reclamos la llegada de la noche, las aflautadas llamadas de los alcaravanes y una miríada de grillos cantando desde la oscuridad. El camino era tierra y polvoriento así que mi padre conducía despacio pero, de pronto, algo chocó contra el cristal del coche y me sacó del sueño en un segundo. “¿Qué ha sido eso papá?” pregunté con el corazón en un puño. “No estoy seguro pero creo que hemos chocado con un pájaro”. Cuando mi padre paró, salté del coche y en medio del camino había un pájaro del tamaño aproximado de una tórtola. “Qué pena que está muerto. Pobrecillo” dijo mi padre mientras lo cogía para mostrármelo. Sus aterciopelados ojos eran sorprendentemente grandes, oscuros y preciosos, el pico y las patas muy pequeños y las plumas suaves como un susurro, cubiertas de texturas marrones, grises y negras. Nunca había visto un ave como aquella. Mi padre me dijo que era una zumaya, una especie nocturna que pasaba el día escondida entre la hojarasca y que era muy difícil de ver. “Vaya pájaro misterioso y vaya nombre, papá!”. Aquella noche no soñé con águilas que anidaban en Olivares, soñé con la zumaya y hoy, más de 30 años después, todavía sigo soñando con ella.

Nota: Con el paso del tiempo el chotacabras cuellirrojo se convirtió en mi tema de investigación principal y escribí una Tesis Doctoral y varios artículos científicos y divulgativos sobre esta especie. Todavía me sigue pareciendo fascinante…
"Zumaya" is one of the local names of my favorite bird species ... the red necked nightjar (Caprimulgus ruficollis). I have spent countless hours, days and years observing, searching for, reading about and researching about this bird during more than 30 years.
My relationship with nightjars began when I was just an 8 years old child. I was sleeping in the passenger´s seat of my father´s car while he was driving the car, returning home after a long day in the field. A long day searching for imaginary eagle´s nests in the olive tree plantations… The sweet dreams of a small boy wrapped by the wonderful sounds of a Mediterranean summer night. Little owls greeting the twilight with their beautiful callings, the flutelike sounds of the stone curlews and a myriad of cricket´s voices calling from the darkness. The trail was unpavimented and covered by dust and my father was driving slowly but, suddenly, something crashed with the front window of the car and I wake up in a second. “What is that Dad?” I asked my father with my heart beating very fast, “not sure, it seems that a bird crashed against the car” said my father. He stopped the car and I jumped to the trail. In the middle of the track, under the light beans of the car, there was a bird about the size of a turtle dove lying on the dust. “ Too bad that it is dead. Poor boy” said my father taking the lifeless body of the bird to show me. His velvet like eyes were amazingly huge, dark and beautiful, the bill and feet were really small and its feathers were soft like a whisper, nicely patterned in brown, black and grey color. I have never seen a bird like that. My father told me that it was a zumaya, a nocturnal bird that spent the day in the ground, hidden between the dead leaves and that it was really difficult to spot. “What a mysterious name and bird Dad!”
That night my dreams were not about golden eagles nesting on olive trees. I dreamed about the zumaya and today, more than 30 years later, I am still dreaming about it.
Footnote: With the passing of the years, the red necked nightjar became my main research topic and I wrote a PhD dissertation and several scientific papers about the behavior of this species. Today, my fascination for this bird still remains the same…

miércoles, 22 de abril de 2009

La zumaya "Garrapata"

Garrapata, acuarela sobre papel

Creo que esta es la primera zumaya que pinté con acuarela o al menos la primera que no sufrió mis iras de pintor frustrado. Eso fue allá por el año 96, un mes de julio tan caluroso y agobiante como suelen ser todos los meses de julio en la campiña, mientras recogía datos para mi tesis doctoral. Seguí muchos otros nidos de chotacabras durante ese año pero este en especial me atrajo más que otros. Me imagino que el hecho de que estuviera en mitad de un barbecho, lejos de cualquier sombra piadosa, y bajo un sol torturante, motivó mi interés y solidaridad.
¡Cómo para no sentirme identificado! Al fin y al cabo, allí estaba yo, justo después de la siesta, pateando terruños y removiendo matorrales para calmar mis inquietudes chotacabriles a las horas en las que todo el mundo en su sano juicio reposaba el gazpacho cerca de un amistoso ventilador.
¡Qué tía la zumaya! -ahí estaba Garrapata aguantando el sol mediterráneo y a un pesado como yo que no tendría nada mejor que hacer que observar su calvario desde la sombra de un árbol-
Soportar el sol en esos meses de estío es toda una proeza para una criatura tan delicada, pero más aún en un pez como este, que hace de la noche fresca su agua. Así que decidí que Garrapata se merecía ser protagonista de mi primera acuarela "zumayil". La acuarela es perfecta, ya que tiene una connotación más refrescante que un "gouache" o el "acrílico".
ACUA-RE-LA, sí-se-ñor.
Dicho y hecho. Pasé varias horas a la sombra de una encina próxima tomando apuntes en mi cuaderno de campo del nido a través del telescopio. Pinté un fondo suave y fresco y un contraste poco pronunciado con la intención de no eternizar el castigo solar de Garrapata también en el papel Canson. Por esa época yo ya era un animista consolidado y, como tal, decidí buscar un alma para animar el trozo de papel. Utilicé agua dulce que había traído del río Yasuní, en pleno Amazonas, mezclada con agua salada del Mediterráneo. Tonterías románticas de un enamorado de Sudamérica.
Garrapata me parecía lo suficientemente digna y estirada como para hacer esa pequeña concesión y esa mezcla me pareció más apropiada que el agua del grifo cantimplorizada.
No sé si al final conseguí ese día nublado que quería regalarle a mi zumaya favorita del 96, pero lo que cuenta es la intención. Además, el resultado final dejó satisfecho mi ego artístico y ha conseguido que durante estos años, Garrapata se mantenga en mi recuerdo, tan fresca como en aquellos días.