domingo, 15 de julio de 2012

28 horas

 Nikon V1, FT-1, AFS Nikkor 500VR, trípode, wimberly head, exposición manual

Se dice pronto pero es mucho tiempo para estar metido en un escondite y esperando a que la especie que aguardas haga acto de presencia. 28 horas es el tiempo que este fin de semana he pasado metido en un pequeño espacio de apenas un metro cuadrado acompañado por unas botellas de agua, un libro, algunas latas de atún y muchas expectativas puestas en las fotografías que pensaba hacer. He dormido en una silla plegable -marca Decathlon, como no-, vegetado en en las calurosas horas centrales de un día de julio, realizado pequeños estiramientos para evitar que los músculos se quedaran más agarrotados de la cuenta y solventado mis necesidades fisiológicas en una botella vacía, de boca ancha (en fotografía de naturaleza también hay que vaciar la vejiga), esperando con una cámara a modo de ramo de flores. Me acompañaban en "la faena" tres cámaras -vaya que alguna fallara en el momento más insospechado-, varios objetivos, baterías de repuesto como para asegurarme que no iba a perder fotos por falta de energía y tarjetas de memoria... bueno, casi me da vergüenza reconocer cuantos "gigas" llevaba prestados.
"Pero ella no apareció", así podría titular a esta sesión fotográfica porque al final tan solo volví a casa con media docena de fotos de torcaz. Con una luz magnífica pero, por supuesto, nada de lo que había fantaseado. Me sobraron tarjetas, baterías, agua, atún y ganas, sobre todo muchas ganas, tantas que aún me quedan.
¿Merece la pena? Bueno, depende de cómo se mire y de la motivación que cada uno tenga pero lo que tengo meridianamente claro, y eso que yo no soy persona de hides y que más de una vez me han llamado "culillo de mal asiento", es que volvería a repetir la experiencia mañana mismo... bueno, mañana no, pero tal vez pasado, cuando mis articulaciones se hallan recuperado un poco.
28 horas se pasan en un abrir y cerrar de ojos cuando todos tus sentidos están pendientes de captar el más mínimo indicio de la llegada del animal que esperas. Se reducen a un suspiro cuando observas la espléndida luz que invade el posadero y ajustas los parámetros de la cámara para no perder el momento. 
Es un tiempo que da incluso para olvidarse de la prima de riesgo, de los recortes y de todas esas cosas, tantas, que diariamente quisiéramos borrar de la mente. Tiempo para releer un magnífico libro que, en mi caso fue "The birds of heaven" de Peter Mathiessen, o para esbozar mentalmente el boceto de la próxima pintura que vas a abordar cuando comienzas a asumir que la foto deseada no va a llegar. Porque, eso sí, la foto no la conseguí pero tengo tan clara la idea de lo que quería que voy a coger los pinceles y acrílicos para intentar plasmarla.















Nikon V1, 1-Nikkor 10-30, exposición manual

No tengo nada contra las torcaces, por supuesto, y el hecho de que no consiguiera fotografiar a la especie que motivó tal retiro espiritual (no se me ocurre un mejor modo de denominar esta experiencia) no significa que no me gusten estas imágenes porque, de hecho, me gustan muchísimo y es que esa luz tan especial mistifica a cualquier cosa que osara posarse en la rama seca y retorcida de aquella encina.
Esta vez ella no a aparecido pero estoy seguro de que en la próxima ocasión no me dejará plantado :-) 

10 comentarios:

Ornitocampero.blogspot.com.es dijo...

Exclente relato y fantasticas fotos.
28 horas se dice pronto...algo gordo tienes entre manos y menos mal que no eres un hideman,,,,,
suerte la proxima y espero que no te acabes el libro dentro del hide.
Saludos camperos!

Pablo serrano Punzano dijo...

Y cual es la especie si se puede saber.. porque me he quedado con toda la intriga...
Desde luego si te llega a entrar hubieses tenido una luz y unos fondos que pa´qué!!
Puede ser perdicera... real???
Desde luego que valor tienes... No me meto yo ahora todo el dia en el hide ni jarto de vino!!! (o si , quien sabe .. todo depende de las ganas que tengas a determinada especie jeje).

Un saludo... y suerte pa la proxima.

Juan Francisco Jiménez dijo...

Que buen relato. La verdad es que esas esperas son estupendas, aunque no se consiga lo que uno busca...por lo menos a mi me encantan.
Saludos

Unknown dijo...

Hola Juan,

La paciencia es una de las virtudes
de nosotros los fotógrafos y en este caso tu la has tenido de sobra.
La próxima vez vendrá tu sorpresa
como recompensa,una abrazo Juan.

josemaria dijo...

Juan no seas tan malo y después de leer toda la historia nonos dejes con la intriga de no saber cual era el bicho que se merecía semejante hartón de horas en el hide.
Las torcaces de lujo con buenísimas luces y fondos, estoy seguro que lo conseguirás tu bicho deseado y será de traca.
Un saludo desde Zumaia.

Juanma Hernández dijo...

Claro que vale la pena Juan, la pena es que no dispongamos de más tiempo y poder compaginarlo con familia y otras obligaciones, cuando te entre, que entrará, bien sabes que te hará disfrutarlo más aún si cabe, aunque te hayas apretado el librito entero ;-). Un abrazote y suerte Juan

Jose A. Sencianes Ortega dijo...

Ha sido de los relatos y entradas que mas me han gustado de tu blog. Y el hecho de que no hayas conseguido el objetivo le da un halo de misterio mucho mayor. Estoy seguro que conseguirás esa foto.. quizás a la vuelta de vacaciones, quizás el año que viene... vete tu a saber. De todos modos, tienes la inmensa suerte de plasmar esa foto buscada en un lienzo y disfrutar de ella durante horas... las que tardes en pintarlo :) Un abrazo campeón!

Juan Aragonés dijo...

Muchas gracias a todos por pasar y comentar. Me alegra que os gustara el relato :-)

joanca bs dijo...

Impresionante el post un saludo desde mi blog

Anónimo dijo...

Todo ventaja