Nikon D300, AFS Nikkor 500VR, trípode, wimberly, hide |
“Miura” fue la primera cosa que se me vino a la cabeza cuando vi que
este buitre zaíno se arrancaba hacia la dirección en la que yo me escondía. Una
especie de embestida taurina que, en realidad, no estaba dirigida a
impresionarme. El hide que, a modo de burladero me guarecía, se encargaba de
ocultar mi presencia.
La finalidad del embite era más bien la de intimidar a un par de
leonados que se alimentaban en la carroña que había motivado la concentración
vulturina.
Las alas semiplegadas, la cola levantada, la mirada penetrante y, a modo
de defensas, un pico demoledor, formaban un conjunto de argumentos más que
respetables. Unas hechuras de bicharraco, resaltadas por su avance a grandes
saltos, tan lleno de teatralidad que si hubiera salido de un chiquero no me
habría causado mayor impresión.
Algo parecido debieron de experimentar los leonados ya que se apartaron
con bastante celeridad no sin antes dejar flotando en el aire de la mañana una
buena retahila de graznidos y aletazos como constancia de su contrariedad.
El negro ganó la posición y se quedó rodeado de un puñado de alimoches
que giraban a su alrededor, cual monosabios, mientras la polvareda se iba
asentando. La carne muerta a sus pies y el sonido ametrallante de mi cámara
llenándolo la escena. Un espectáculo para mis ojos y oídos.
Con una envergadura de casi tres metros y un peso de hasta 13 kg , el buitre negro es una
de las mayores aves voladoras del mundo. Una asombrosa y poderosa criatura con
una impresionante mirada que, junto a un lenguaje corporal ritualizado y
distintivo, la hacen muy atractiva a los ojos humanos y más aún a los ojos de
un fotógrafo.
4 comentarios:
Juan unas fotos muy buenas, el bicho tiene una pinta del copon da la impresion que va a por ti, un buenisimo trabajo.
Un saludo desde Zumaia.
Me gustan mucho, especialmente la primera. Felicidades.
José María y Ricardo, muchas gracias por pasar y comentar :-)
Felicitades , grandé capture, saluda del Belgica
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