Nikon D300, AFS Nikkor 500VR+1,4X-TC, trípode, exposición manual, sin hide
Cada vez que este macho de ánade rabudo sacaba la cabeza del agua, una
delicada película de agua se mantenía en el plumaje debido a su
impermeabilidad. Durante apenas unas décimas de segundo, el agua se
escurría por la cabeza, formando una etérea cortina de agua justo debajo
del pico. Durante ese breve lapso de tiempo, imperceptible para la
realidad del ojo humano, la cabeza del ánade se convería en una especie
de bronce pulido, bruñido y brillante. Una textura de color y reflejos
maravillosa.
Desde la primera vez que observé este efecto me propuse capturarlo pero hasta el otro día no encontré las condiciones de luz y distancia adecuadas y pude desquitarme a placer. Un montón de imágenes de este tipo aunque ahora, el reto es intentar conseguir este mismo momento pero a modo de retrato de la cabeza.
He comprobado que en cada especie de pato que he fotografiado el agua se comporta de forma diferente y supongo que se debe a la anatomía de cada especie, la textura de las plumas de la cabeza, la composición de la grasa con la que untan el plumaje y la forma en que se alimentan.
Desde la primera vez que observé este efecto me propuse capturarlo pero hasta el otro día no encontré las condiciones de luz y distancia adecuadas y pude desquitarme a placer. Un montón de imágenes de este tipo aunque ahora, el reto es intentar conseguir este mismo momento pero a modo de retrato de la cabeza.
He comprobado que en cada especie de pato que he fotografiado el agua se comporta de forma diferente y supongo que se debe a la anatomía de cada especie, la textura de las plumas de la cabeza, la composición de la grasa con la que untan el plumaje y la forma en que se alimentan.
2 comentarios:
Juan unas fotos de traca, el bicho es precioso y tu lo has fotografiado de forma magistral, el efecto del agua un puntazo, todas buenas pero yo me quedo con la tercera de la serie, un gran trabajo.
Un saludo desde Zumaia.
Muchas gracias José María :-)
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